Pentecostés ("el quincuagésimo día") describe la fiesta del quincuagésimo día después de la Pascua y que pone término al tiempo pascual.
A los 50 días de la Pascua, los judíos celebraban la fiesta de las siete semanas ,
que en sus orígenes tenía carácter agrícola. Se trataba de la
festividad de la recolección, día de regocijo y de acción de gracias ,
en que se ofrecían las primicias de lo producido por la tierra. Más
tarde, esta celebración se convertiría en recuerdo y conmemoración de la
Alianza del Sinaí,
realizada unos cincuenta días después de la salida de Egipto. No hay
registros de la celebración de esta fiesta en el siglo I con
connotaciones cristianas. Las primeras alusiones a su celebración se
encuentran en escritos de san Ireneo, Tertuliano y Orígenes,
a fines del siglo II y principios del siglo III. Ya en el siglo IV hay
testimonios de que en las grandes Iglesias de Constantinopla, Roma y
Milán, así como en la Península Ibérica, se festejaba el último día de
la cincuentena pascual.
Durante Pentecostés se celebra la venida del Espíritu Santo y el inicio de las actividades de la Iglesia.
Por ello también se le conoce como la celebración del Espíritu Santo.
En la liturgia católica es la fiesta más importante después de la Pascua y la Navidad. La liturgia incluye la secuencia medieval Veni, Sancte Spiritus.
El fondo histórico de tal celebración se basa en la fiesta semanal judía llamada Shavuot (fiesta de las semanas), durante la cual se celebra el quincuagésimo día de la aparición de Dios en el monte Sinaí. Por lo tanto, en el día de Pentecostés también se celebra la entrega de la Ley (mandamientos) al pueblo de Israel.
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